Prediquemos con responsabilidad preparándonos de manera integral.
Prediquemos expositivamente el texto sagrado sin
necesidad de manipular a las personas.
Prediquemos haciendo uso de nuestra vocación y llamado al
ministerio de la predicación.
Prediquemos para beneficio de las personas y no para beneficio nuestro.
Prediquemos de
tal manera que la gloria de Dios se manifieste
y el Espíritu Santo haga lo que le corresponde hacer en la vida de su pueblo y
el mundo.
Prediquemos de tal forma que nuestros oyentes sean edificados y
no tan solamente emocionados y entusiasmados.
Prediquemos de tal forma que nuestros oyentes eleven por
encima de todo sus convicciones por los principios de
la Palabra de Dios.
Resumen tomado del libro Desafíos para el Ministerio en
un Mundo Complicado- Dr. Edgar Menendez- pagina 61.
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