miércoles, 30 de diciembre de 2015

GRACIAS A DIOS POR SUS BENDICIONES 2015

GRACIAS A DIOS POR SUS BENDICIONES EN ESTE AÑO 2015.

AGRADEZCO QUE VISITES ESTE BLOG.

ESPERO PARA EL 2016, MEJORARLO.

QUE SEA DE BENDICIÓN PARA TI COMO LO ES PARA MI.

MUCHAS GRACIAS POR TU VISITA.

TU AMIGO:

JOSE LUIS GORDILLO H.

30 DE DICIEMBRE DEL 2015.


COMITAN, DE DOMINGUEZ, CHIAPAS 2015

FOTO TOMADA EL 16 DE DICIEMBRE DEL 2015.


viernes, 11 de diciembre de 2015

TESIS "EL LIDERAZGO COMO FACTOR DE CAMBIO EN LA IGLESIA"

LE DOY GRACIAS A DIOS POR SUS BENDICIONES.

Y POR TERMINAR UN PROYECTO MAS.

A PESAR DE LOS CONTRATIEMPOS.

PERO GRACIAS A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

HEMOS PODIDO TERMINAR UN OBJETIVO MAS.



AGRADEZCO AL MAESTRO LUIS ROGELIO GARABITO DEL CID.

POR SUS ASESORÍAS Y APOYO INCONDICIONAL.




AGRADEZCO A LA MAESTRA JUANITA GODWIN POR SU APOYO.


AGRADEZCO AL DECANO JOSE LEE POR SU APOYO BRINDADO.



WORLD VISION SEMINARY, CAMPUS CENTRO EDUCATIVO ICHTHUS

ENTRADA AL CENTRO EDUCATIVO ICHTHUS.



DIOS BENDIGA A  LOS MAESTROS, DECANOS, AL SR. LEE Y TODOS ALUMNOS DEL PROFESORADO Y LICENCIATURA EN TEOLOGÍA DE 
WORLD VISION SEMINARY, POR ESTOS 4 AÑOS DE ESTUDIO EN ESTA HERMOSA INSTITUCIÓN.



EL CENTRO EDUCATIVO ICHTHUS A.C. SE UBICADA EN CARRETERA INTERNACIONAL KM. 185 S/N. SAN ANTONIO COPALAR. LA TRINITARIA, CHIAPAS.



GRACIAS A DIOS POR TODAS SUS BENDICIONES.






jueves, 3 de diciembre de 2015

NO SE HACEN EXCEPCIONES CON LA GENTE BUENA



CAPITULO 4.

NO SE HACEN EXCEPCIONES CON LA GENTE BUENA.


Hace cientos de años, las historias de milagros ayudaban a que la gente se sintiera más segura de la existencia de Dios.

Se decía, por ejemplo, que Dios había dividido el mar para que los pudieran cruzarlo sobre tierra seca.

Se relataban historias que afirmaban que Dios había hecho llover en respuesta a las oraciones de un hombre justo, o cambiado el curso de un río y hasta la dirección en la que gira el Sol.

Se recordaba el relato de Daniel que salió ileso de la cueva de leones, y de Shadrach, Meshach y Abednego, que sobrevivieron a las llamas.

El mensaje de todas esas historias era asegurarnos que bias se preocupaba tanto por nosotros que estaba dispuesto a suspender las leyes de la naturaleza para apoyar y proteger a sus favoritos.

Si hay algo en lo cual encontramos una prueba de la existencia de Dios es precisamente en el hecho de que las leyes de la naturaleza no cambian.

Dios nos ha dado un mundo maravilloso, exacto y ordenado.

Una de las cosas que hacen que se pueda vivir en el mundo es el hecho de que las leyes de la naturaleza son precisas y confiables, de que siempre funcionan del mismo modo.

Existe la gravedad: los objetos pesados caen siempre hacia la tierra.

Por lo tanto, un constructor puede levantar una casa sin que los materiales floten en el aire.

Existe la química: la mezcla de ciertos elementos en determinadas proporciones siempre da el mismo resultado, por lo tanto un médico puede recetar un remedio y saber cuál será su efecto.

Podemos predecir a qué hora saldrá y se pondrá el Sol un día determinado.

Podemos predecir, inclusive, el momento en que la Luna tapará al Sol causando un eclipse.

En la antigüedad, un eclipse era un hecho antinatural y se interpretaba como una advertencia de Dios.

En la actualidad, es un hecho totalmente natural, un recordatorio de que Dios nos ha dado un universo sumamente preciso.

Nuestro cuerpo humano es un milagro, no porque desafíe las leyes de la naturaleza sino precisamente porque las obedece.

Nuestro sistema digestivo extrae los elementos nutritivos de los alimentos.

Nuestra piel ayuda a regular la temperatura corporal mediante la transpiración.

Las pupilas de nuestros ojos se expanden y contraen en respuesta a la luz.
Inclusive cuando enfermamos, nuestro cuerpo posee mecanismos de autodefensa para luchar contra la enfermedad.

Todas estas cosas maravillosas suceden por lo general sin que seamos conscientes de ello, de acuerdo con las leyes más precisas de la naturaleza.

Ese, y no la separación legendaria del Mar Rojo, es el verdadero milagro.

Las leyes de la naturaleza tratan a todos por igual.

No hacen excepciones, no eligen entre los buenos y los malos, los útiles y los que no lo son.

Si un hombre entra en una casa donde alguien tiene una enfermedad contagiosa, corre el riesgo de contraer la enfermedad.

El hecho por el cual está en la casa no tiene importancia.

Puede ser un médico o un ladrón; los gérmenes de la enfermedad no notan la diferencia.

Las compañías de seguros se refieren a los huracanes, terremotos y otros desastres naturales como "actos de Dios".
Yo creo que ése es uno de los casos en que se usa el nombre de Dios en vano.

No creo que un terremoto que mata miles de víctimas inocentes sin motivo alguno sea un acto de Dios.

Es un acto de la naturaleza. La naturaleza es moralmente ciega, no tiene valores.

Simplemente se mueve, siguiendo sus propias leyes, sin importarle quién o qué se interponga en su camino. Dios no es moralmente ciego.
Yo no podría venerarlo si pensara que lo es.

Dios representa la justicia, la equidad, la compasión.

Para mí, el terremoto no es un "acto de Dios".

El acto de Dios es el valor de la gente que reconstruye su vida después del terremoto y la respuesta de los demás para ayudarlas con los medios que tienen a su alcance.

Creo que esas calamidades son actos de la naturaleza y que no existe una razón moral para considerar que se trató de un castigo.

Quizás, a medida que los seres humanos apliquen la inteligencia que les dio Dios al área de los desastres naturales, algún día podremos comprender el proceso físico que produce los terremotos, huracanes y la fatiga del metal y aprenderemos a preverlos o, inclusive, a impedirlos.

Cuando ello suceda, será menor la cantidad de personas que caiga víctima de los mal llamados "actos de Dios".

El dolor es una parte desagradable pero necesaria de estar vivos.
Sentimos dolor cuando esforzamos nuestros músculos más de lo que pueden soportar.

Es el dolor el que nos hace apartar la mano con rapidez de algo que está caliente antes de que nos queme gravemente.

El dolor es una señal de que algo está mal en esa máquina maravillosa y compleja que es nuestro cuerpo.

Podemos pensar equivocadamente que el dolor es uno de los modos en que Dios nos castiga.

Tal vez, cuando lo creemos, nos acordamos de que uno de nuestros padres nos daba una palmada cuando éramos niños.

Eso tal vez hace que pensemos que todas las cosas desagradables que nos suceden son un castigo.

En realidad, la palabra "dolor" tiene la misma raíz del latín que "castigo" y "multa".

Pero el dolor no significa que Dios nos está castigando.

Es el modo en que la naturaleza advierte a la gente (buena y mala por igual) que algo está mal.

Quizá la vida sea desagradable porque estamos sujetos al dolor.

Alguien dijo que un hombre con dolor de muelas que camina por un bosque no puede apreciar la belleza del bosque porque le duele la muela.

Pero la vida sería peligrosa, quizás insoportable, si no pudiéramos sentir dolor.

Pero esa clase de dolor el hueso roto, la hornalla caliente- es una respuesta a nivel animal.

Los animales sienten esa clase de dolor tanto como nosotros.

No es necesario tener alma para sentir dolor cuando algo agudo se clava en la carne.

Sin embargo, existe otro nivel del dolor que solamente sienten los seres humanos. Solamente los seres humanos pueden hallar un significado a su dolor.

Consideremos lo siguiente: los científicos han encontrado un modo de medir la intensidad del dolor que sentimos.

Pueden medir el hecho de que una migraña duele más que un raspón en la rodilla. y han determinado que las dos experiencias más dolorosas que puede sufrir un ser humano son dar a luz y un cólico renal.

Desde un punto de vista puramente físico, los dos hechos causan el mismo dolor, y no hay nada que los iguale.

Pero desde el punto de vista humano, los dos son diferentes.

El dolor de un cólico renal es simplemente un sufrimiento sin sentido, el resultado de una deficiencia natural en alguna parte de nuestro cuerpo.

Pero el dolor de parto es un dolor creativo.

Es un dolor que tiene significado, un dolor que da vida, que lleva a algo.

Por esa razón, la gente que sufre un cólico renal dice, por lo general, que daría cualquier cosa por no tener que pasar por lo mismo otra vez, pero la mujer que ha dado a luz un hijo, como el corredor o el alpinista que hizo un esfuerzo físico por llegar a su meta, puede trascender su dolor y repetir la experiencia.

El dolor es el precio que pagamos por estar vivos.

Las células muertas nuestros cabellos, nuestras uñas no sienten dolor; no sienten nada.

Cuando lo comprendamos, nuestra pregunta ya no será ¿por qué tenemos que sentir dolor?" sino ¿qué hacemos con nuestro dolor para que se convierta en un sufrimiento significativo y no en un sufrimiento sin sentido y vacío?
¿Cómo podemos convertir todas las experiencias dolorosas de nuestra vida en dolores de parto o en dolores de crecimiento?"

Es probable que jamás lleguemos a comprender por qué sufrimos, que jamás podamos controlar las fuerzas que causan nuestro sufrimiento, pero podemos llegar a decir mucho acerca de lo que nos hace el sufrimiento, y la clase de personas en las que nos convertimos debido a él. El dolor convierte a algunas personas en seres envidiosos y amargados.

Hace que otras sean sensibles y compasivas.

Es el resultado, y no la causa, del dolor lo que hace que ciertas experiencias dolorosas sean significativas y otras vacías y destructivas.
¿Pero por qué el cáncer? ¿Por qué la ceguera y la diabetes y la presión alta y la deficiencia renal?
¿Por qué se producen fallas espontáneas en nuestro organismo sin que nosotros las hayamos provocado a través de malos hábitos de salud?

Explicar que el retraso mental es el resultado de un cromosoma defectuoso es ofrecer una explicación que, en realidad, no explica nada.
¿Por qué los cromosomas Son defectuosos? ¿Y por qué debe depender la posibilidad futura de felicidad de una persona de que no lo sean?

Job hacía preguntas acerca de Dios, pero no necesitaba lecciones de teología. Necesitaba simpatía y compasión y que le reafirmaran que era una persona buena y un amigo querido.

Mi vecino me hace preguntas acerca de su enfermedad, pero si yo le contestara con lecciones de biología y genética, no estaría comprendiendo sus necesidades.

Mi vecino, como Job, necesita que le digan que lo que le está sucediendo es terriblemente injusto.

Necesita ayuda para mantener fuertes su mente y espíritu, para contemplar un futuro en el cual pueda pensar, planear y decidir, aunque no pueda caminar o nadar, y en el cual no tendrá que ser un tullido dependiente e indefenso a pesar de la pérdida de ciertas habilidades.

   
No nos atrevemos a intentarlo. Sería cruel y desconsiderado.

Lo único que podemos decirle a alguien en un momento como ese es que la vulnerabilidad frente a la muerte es una de las condiciones de la vida.

No podemos explicarla como tampoco podemos explicar la vida en sí misma. No podemos controlarla, y algunas veces, ni siquiera posponerla.

Lo único que podemos hacer es intentar elevarnos sobre la pregunta" ¿por qué pasó?" y comenzar a preguntarnos"¿qué haré ahora que pasó?


 (RESUMEN DEL LIBRO CUANDO LA GENTE BUENA SUFRE- HAROLD S. KUSHNER)




miércoles, 2 de diciembre de 2015

ALGUNAS VECES NO HAY MOTIVOS




CAPITULO 3.

ALGUNAS VECES NO HAY MOTIVOS.

Si las cosas malas que nos pasan, son por mala suerte, no por voluntad de Dios me preguntó una mujer una noche después de que dicté una conferencia sobre mi teología, ¿de dónde viene la mala suerte?

Me quedé mudo. Instintivamente, le hubiera dicho que nada produce la mala suerte; las cosas pasan, y eso es todo. Pero sospechaba que debía de haber algo más.

Cuando un hombre y una mujer se unen para hacer el amor, el hombre eyacula millones de espermatozoides, y cada uno de ellos posee un conjunto diferente de características heredadas biológicamente.

Ninguna inteligencia moral decide cuál de esos espermatozoides fertilizará el óvulo. Algunos de ellos producirán un niño con una discapacidad física o, quizás, una enfermedad fatal.

Otros, no sólo le darán buena salud, sino una habilidad atlética o musical superior o una inteligencia creativa.

La determinación fortuita de esa carrera moldeará por completo la vida del niño, y afectará profundamente la vida de sus padres y familiares.

Los accidentes no existen.

Pero cuando las leyes de la física y la fatiga del metal hacen que se desprenda el ala de un avión, o cuando el descuido humano provoca una falla en un motor y el avión se estrella matando a doscientas personas, ¿fue por voluntad de Dios que esas doscientas personas (y no otras) estaban ese día en un avión condenado?

Y si al pasajero doscientos uno se le pinchó un neumático cuando iba camino al aeropuerto y perdió el avión, protestando y maldiciendo su suerte mientras lo veía decolar sin él, ¿fue la voluntad de Dios que él viviera y los otros no?

De ser así, tendríamos que preguntarnos qué clase de mensaje nos está enviando Dios con Sus actos aparentemente arbitrarios de condena y salvación.

 Preguntémonos nuevamente: ¿siempre hay un motivo para todo, o algunas cosas suceden simplemente al azar, sin causa alguna?

Cierta vez le pregunté a uno de mis amigos, un físico de renombre, si desde el punto de vista científico el mundo se estaba convirtiendo en un lugar más ordenado, si el azar iba en aumento o disminuía con el transcurso del tiempo.

Él me respondió citando la segunda ley de termodinámica, la ley de entropía: Todo sistema, librado a sí mismo, cambiará tendiendo a aproximarse al equilibrio.

El caos residual, la suerte o la desgracia, las cosas que suceden sin motivo alguno continuarán acompañándonos, esa clase de maldad que Milton Steinberg denominó: "el andamio que aún no ha sido retirado del edificio de la creatividad de Dios".

En ese caso, tendremos que aprender a vivir con él, sostenidos y consolados por la convicción de que el terremoto y el accidente, como el asesinato y el robo, no se producen por voluntad de Dios; la convicción de que representan un aspecto de la realidad independiente de Su voluntad, un aspecto que enfurece y entristece a Dios tanto como nos enfurece y entristece a nosotros.


(RESUMEN DEL LIBRO CUANDO LA GENTE BUENA SUFRE- HAROLD S. KUSHNER)





LA HISTORIA DE UN HOMBRE LLAMADO JOB




CAPITULO 2. 

LA HISTORIA DE UN HOMBRE LLAMADO JOB.

Hace alrededor de dos mil quinientos años, vivió un hombre cuyo nombre no conoceremos jamás, un hombre que enriqueció la mente y la vida de los seres humanos.

Era un hombre sensible que veía que la gente buena enfermaba y moría alrededor de él, mientras los ricos y egoístas prosperaban.

Oyó todos los intentos eruditos, inteligentes y piadosos por explicar la vida y estaba tan insatisfecho con ellos como nosotros en la actualidad.

Como era una persona con grandes dotes literarias e intelectuales, escribió un largo poema filosófico acerca de las razones por las cuales Dios permite que le sucedan cosas malas a la gente buena.

Ese poema está incluido en la Biblia bajo el nombre de: El Libro de Job.

Thomas Carlyle dijo que el Libro de Job es "el poema más maravilloso de todas las épocas y todos los idiomas; nuestro primer intento, y el más antiguo, por hallar una respuesta al problema eterno: el destino del hombre y la voluntad de Dios para con él aquí en la Tierra...

No se ha escrito nada que posea un mérito literario similar dentro o fuera de la Biblia".
¿Quién fue Job y de qué trata el libro que lleva su nombre?

Los estudiosos creen que hace muchos, muchos años debe de haber existido una historia popular muy difundida, una especie de fábula con moraleja relatada para reforzar los sentimientos religiosos de la gente, acerca de un hombre piadoso llamado Job.

Un día, relata la historia, Satán compareció ante Dios para contarle sobre las cosas pecaminosas que la gente estaba haciendo en la Tierra. Entonces, Dios le dijo: "¿Has visto a 

Mi siervo Job?
 No hay nadie como él en la Tierra, un hombre profundamente bueno que no peca jamás". Y 

Satán le respondió a Dios:
"Por supuesto, Job es piadoso y obediente. Y tú lo premias derramando riquezas y bendiciones sobre él. Quítale esas bendiciones y verás cuánto tiempo continúa siendo Tu siervo obediente".

Dios acepta el desafío de Satán. Sin informarle a Job lo que está sucediendo, destruye su casa y ganado y mata a sus hijos.

Cubre el cuerpo de Job con furúnculos y convierte cada instante de su vida en una tortura física.

La esposa de Job le insiste para que maldiga a Dios, aunque eso pueda significar que Dios lo fulmine.

Dios no puede hacerle nada peor de lo que ya le ha hecho, le dice.

Tres amigos van a consolado y ellos también le aconsejan que abandone su piedad, habiendo cuenta de las recompensas que le ha dado.

Pero Job permanece firme en su fe. Nada de lo que le suceda puede hacerla abandonar su devoción a Dios.

Finalmente, Dios aparece, reprende a los amigos por sus consejos y recompensa a Job por su fidelidad.

Le da una casa nueva, una fortuna nueva y nuevos hijos.

La moraleja de la historia es esta: cuando lleguen tiempos difíciles, no te sientas tentado a abandonar tu fe en Dios.

Él tiene razones para hacer lo que hace y si te aferras a tu fe el tiempo suficiente, Dios te recompensará por tus sufrimientos.

No pierdas la fe a pesar de estas calamidades.

Tenemos un Padre amoroso en el Cielo y Él se ocupará de que los justos prosperen y los malvados reciban su castigo.

Y Dios aparece.

Llega una terrible tormenta de viento desde el desierto y Dios responde a Job desde un torbellino.

El caso de Job es tan apremiante, su desafío tan poderoso, que Dios mismo baja a la Tierra para responderle.

Pero es difícil comprenderla respuesta de Dios. No habla en modo alguno del caso de Job, no hace un detalle de los pecados de Job ni explica sus sufrimientos. Por el contrario, le dice a Job: ¿qué sabes tú acerca del modo en que se dirige un mundo?

¿Dónde estabas cuando yo fundaba la Tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.

¿Quién fijó las medidas de la Tierra? ¿Lo sabes acaso?

¿Quién tendió sobre ella la cuerda para medir? ... 

¿Quién encerró con dos puertas al mar? ...

Yo tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas,
y le dije: "Llegarás hasta aquí y no pasarás ¿Has penetrado hasta los depósitos de la nieve, has visto las reservas del granizo?   .

¿Observas el parto de las ciervas?   .

¿Le das tú la fuerza al caballo?  .

¿Es por tu inteligencia que se cubre de plumas el halcón
y despliega sus alas hacia el sur?

(Job 38,39)

Y entonces le responde un Job diferente, diciendo: "Me cubro la boca con las manos.
Ya he hablado demasiado; ahora no diré nada más".

Para tratar de comprender el libro y su respuesta a nuestro problema, tomemos nota de los
tres enunciados que todos los personajes del libro, y la mayoría de los lectores, desearían poder creer:

A. Dios es omnipotente y causa todo lo que sucede en el mundo. No sucede nada sin que Él lo desee.

B. Dios es bueno y justo, y se preocupa por que la gente reciba su merecido, desea que los justos prosperen y los malvados reciban su castigo.

C. Job es una buena persona.

Job considera que Dios está por encima de la noción de equidad, que es tan poderoso que las normas morales no se Le aplican.

Dios se presenta como un potentado oriental con poder ilimitado sobre la vida y propiedad de sus servidores. Y, en realidad, la antigua fábula de Job retrata a Dios de ese modo, como una deidad que castiga a Job sin ningún fundamento moral a fin de probar su lealtad, y que considera que después lo "compensa" al recompensarlo generosamente.

El Dios de la fábula, que durante muchas generaciones fue considerado una figura digna de veneración, es muy similar a un rey anciano (inseguro) que recompensa a la gente por su lealtad en lugar de hacerlo por su bondad.

Las personas inocentes sufren infortunios en su vida.

Les pasan cosas que no se merecen: pierden su trabajo, enfermen, sus hijos sufren o los hacen sufrir a ellos.

Pero cuando eso pasa, no se trata de un castigo de Dios por algo que hicieron mal. Los infortunios no provienen de Dios.


Recurriremos a Dios, no para que Él nos juzgue o nos perdone, tampoco para que nos recompense o nos castigue; recurriremos a Él en busca de consuelo y fortaleza.


(RESUMEN DEL LIBRO CUANDO LA GENTE BUENA SUFRE- HAROLD S. KUSHNER)

¿POR QUÉ SUFREN LAS BUENAS PERSONAS?



CAPITULO 1. 

¿POR QUÉ SUFREN LAS BUENAS PERSONAS?

Hay una sola pregunta que realmente importa:

¿por qué le pasan cosas malas a la gente buena?

Cualquier otra conversación teológica sería una distracción intelectual; algo así como completar el crucigrama del periódico dominical y sentirse muy satisfecho cuando las palabras concuerdan sin darse cuenta de que, en definitiva, se sigue sin la capacidad para llegar a las personas en relación con lo que a ellas realmente les importa.

Prácticamente todas las conversaciones significativas que he sostenido con otras personas sobre el tema de Dios y la religión comenzaron con esa pregunta o fueron a parar a ella.

La mujer o el hombre angustiado que acaba de salir del consultorio del médico con un diagnóstico desalentador tienen algo en común pero también lo tienen el estudiante universitario que me dice que ha decidido que Dios no existe o el desconocido que se me acerca en una fiesta en el instante en que estoy por pedirle mi abrigo a la anfitriona y me dice: "Así que es un rabino; ¿cómo puede creer que ... Todos están preocupados por la distribución injusta del sufrimiento en el mundo ?"  

El infortunio de los buenos es un problema, y no sólo para la gente que lo sufre y los seres que los rodean.

Lo es para todos los que desean creer en un mundo justo y equitativo y habitable.

Es inevitable que se formulen preguntas acerca de la bondad, la generosidad e inclusive la existencia de Dios.

No es necesario que las personas sean seres humanos santos y extraordinarios para enfrentarse a ese problema.

Es probable que no nos preguntemos con frecuencia: ¿por qué sufre la gente que es generosa, la gente que nunca hace nada malo?", pero eso es porque conocemos a muy pocos individuos así.

Lo que sí nos preguntamos con frecuencia es por qué la gente común, los vecinos amables y amistosos, que no son ni extraordinariamente buenos ni extraordinariamente malos, deben enfrentar repentinamente la agonía del dolor y la tragedia. Si el mundo fuera justo, no se merecerían ese dolor.

No son mucho mejores ni mucho peores que la mayoría de la gente que conocemos; ¿por qué ha de ser más difícil su vida?

Cuando nos preguntamos: “¿Por qué sufren las personas buenas?” o “¿por qué le pasan cosas malas a la gente buena?", nuestra preocupación no está limitada al martirio de los santos y sabios; es un intento por comprender por qué la gente común nosotros y las personas que nos rodean- debe soportar una carga extraordinaria de pena y dolor.

Uno de los modos en que la gente intentó dar sentido al sufrimiento del mundo, en cada generación, fue suponiendo que nos merecemos lo que recibimos, que nuestro infortunio es, en cierto modo, un castigo por nuestros pecados:

i Feliz el justo, porque le irá bien, comerá el fruto de sus acciones! ¡Ay del malvado, porque le irá mal, se le devolverá lo que hicieron sus manos!
(Isaías 3:10-11)

Er desagradó al Señor, y el Señor lo hizo morir.
(Génesis 38:7)

Al justo no le pasará nada malo, pero los malvados están llenos de desgracias. (Proverbios
12:21)

Recuerda esto: ¿quién pereció siendo inocente o dónde fueron exterminados los hombres rectos?
(Job 4:7)

  
Así, por ejemplo, el Salmo noventa y dos alaba a Dios por el maravilloso, inmaculado y justo mundo que nos ha dado y sugiere que la gente insensata le encuentra defectos porque es impaciente y no le da a Dios el tiempo necesario para que emerja Su justicia.

¡Qué grandes son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!

El hombre insensato no conoce
y el necio no entiende estas cosas.

Si los impíos crecen como la hierba
y florecen los que hacen el mal,
es para ser destruidos eternamente ...

El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano ...

Para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca, en Quien no existe la maldad.
(Salmo 92:6-8, 13, 16)

Yo fui padre de un niño discapacitado durante catorce años hasta que murió. No hallé consuelo en la noción de que Dios me había elegido porque reconocía una fortaleza espiritual especial en mi interior y sabía que yo podría sobrellevarlo mejor. 

Eso no me hizo sentir "privilegiado" ni tampoco me ayudó a comprender por qué Dios debe enviar niños discapacitados a cientos de miles de familias confiadas cada año.

Todas las respuestas a la tragedia que hemos considerado tienen, por lo menos, un aspecto en común Todas suponen que Dios es la causa de nuestro sufrimiento e intentan comprender por qué Dios quiere que suframos.

¿Es por nuestro propio bien o un castigo que nos merecemos, o será que a Dios no le importa lo que nos pasa?

Muchas de las respuestas son sensatas e imaginativas pero ninguna totalmente satisfactoria.
Algunas nos llevan a culparnos para proteger la reputación de Dios.

Otras nos piden que neguemos la realidad o reprimamos nuestros verdaderos sentimientos.
Nos hacen odiarnos por merecer ese destino u odiar a Dios por enviárnoslo, a pesar de que no nos lo merecíamos.

Pero puede haber otro enfoque.

Quizá Dios no causa nuestro sufrimiento.

Quizá no sucede por voluntad de Dios sino por otras razones.

El salmista escribe: "Levanto mis ojos a las montañas:

¿De dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra". (Salmo 121:1-2)

No dice: "Mi dolor viene del Señor" ni "mi tragedia viene del Señor". Dice: "la ayuda me viene del Señor".

¿No es posible que Dios no cause las cosas malas que nos suceden? ¿No es posible que Él no decida qué familias darán a luz un niño discapacitado, que Él no haya dispuesto que Ron quedara lisiado debido a una bala o Helen, a una enfermedad degenerativa, sino por el contrario que Él esté dispuesto a ayudarlos y ayudarnos a sobrellevar nuestras tragedias si logramos superar los sentimientos de culpa e ira que nos separan de Él?

Por qué Dios me hizo esto a mí?" no es, en realidad, la pregunta que debemos formulamos?

El estudio más profundo y completo del sufrimiento humano que encontramos en la Biblia, y quizás en toda la literatura, es el Libro de Job.

A continuación, nos abocaremos al examen de ese libro.


(RESUMEN DEL LIBRO CUANDO LA GENTE BUENA SUFRE- HAROLD S. KUSHNER)