jueves, 3 de diciembre de 2015

NO SE HACEN EXCEPCIONES CON LA GENTE BUENA



CAPITULO 4.

NO SE HACEN EXCEPCIONES CON LA GENTE BUENA.


Hace cientos de años, las historias de milagros ayudaban a que la gente se sintiera más segura de la existencia de Dios.

Se decía, por ejemplo, que Dios había dividido el mar para que los pudieran cruzarlo sobre tierra seca.

Se relataban historias que afirmaban que Dios había hecho llover en respuesta a las oraciones de un hombre justo, o cambiado el curso de un río y hasta la dirección en la que gira el Sol.

Se recordaba el relato de Daniel que salió ileso de la cueva de leones, y de Shadrach, Meshach y Abednego, que sobrevivieron a las llamas.

El mensaje de todas esas historias era asegurarnos que bias se preocupaba tanto por nosotros que estaba dispuesto a suspender las leyes de la naturaleza para apoyar y proteger a sus favoritos.

Si hay algo en lo cual encontramos una prueba de la existencia de Dios es precisamente en el hecho de que las leyes de la naturaleza no cambian.

Dios nos ha dado un mundo maravilloso, exacto y ordenado.

Una de las cosas que hacen que se pueda vivir en el mundo es el hecho de que las leyes de la naturaleza son precisas y confiables, de que siempre funcionan del mismo modo.

Existe la gravedad: los objetos pesados caen siempre hacia la tierra.

Por lo tanto, un constructor puede levantar una casa sin que los materiales floten en el aire.

Existe la química: la mezcla de ciertos elementos en determinadas proporciones siempre da el mismo resultado, por lo tanto un médico puede recetar un remedio y saber cuál será su efecto.

Podemos predecir a qué hora saldrá y se pondrá el Sol un día determinado.

Podemos predecir, inclusive, el momento en que la Luna tapará al Sol causando un eclipse.

En la antigüedad, un eclipse era un hecho antinatural y se interpretaba como una advertencia de Dios.

En la actualidad, es un hecho totalmente natural, un recordatorio de que Dios nos ha dado un universo sumamente preciso.

Nuestro cuerpo humano es un milagro, no porque desafíe las leyes de la naturaleza sino precisamente porque las obedece.

Nuestro sistema digestivo extrae los elementos nutritivos de los alimentos.

Nuestra piel ayuda a regular la temperatura corporal mediante la transpiración.

Las pupilas de nuestros ojos se expanden y contraen en respuesta a la luz.
Inclusive cuando enfermamos, nuestro cuerpo posee mecanismos de autodefensa para luchar contra la enfermedad.

Todas estas cosas maravillosas suceden por lo general sin que seamos conscientes de ello, de acuerdo con las leyes más precisas de la naturaleza.

Ese, y no la separación legendaria del Mar Rojo, es el verdadero milagro.

Las leyes de la naturaleza tratan a todos por igual.

No hacen excepciones, no eligen entre los buenos y los malos, los útiles y los que no lo son.

Si un hombre entra en una casa donde alguien tiene una enfermedad contagiosa, corre el riesgo de contraer la enfermedad.

El hecho por el cual está en la casa no tiene importancia.

Puede ser un médico o un ladrón; los gérmenes de la enfermedad no notan la diferencia.

Las compañías de seguros se refieren a los huracanes, terremotos y otros desastres naturales como "actos de Dios".
Yo creo que ése es uno de los casos en que se usa el nombre de Dios en vano.

No creo que un terremoto que mata miles de víctimas inocentes sin motivo alguno sea un acto de Dios.

Es un acto de la naturaleza. La naturaleza es moralmente ciega, no tiene valores.

Simplemente se mueve, siguiendo sus propias leyes, sin importarle quién o qué se interponga en su camino. Dios no es moralmente ciego.
Yo no podría venerarlo si pensara que lo es.

Dios representa la justicia, la equidad, la compasión.

Para mí, el terremoto no es un "acto de Dios".

El acto de Dios es el valor de la gente que reconstruye su vida después del terremoto y la respuesta de los demás para ayudarlas con los medios que tienen a su alcance.

Creo que esas calamidades son actos de la naturaleza y que no existe una razón moral para considerar que se trató de un castigo.

Quizás, a medida que los seres humanos apliquen la inteligencia que les dio Dios al área de los desastres naturales, algún día podremos comprender el proceso físico que produce los terremotos, huracanes y la fatiga del metal y aprenderemos a preverlos o, inclusive, a impedirlos.

Cuando ello suceda, será menor la cantidad de personas que caiga víctima de los mal llamados "actos de Dios".

El dolor es una parte desagradable pero necesaria de estar vivos.
Sentimos dolor cuando esforzamos nuestros músculos más de lo que pueden soportar.

Es el dolor el que nos hace apartar la mano con rapidez de algo que está caliente antes de que nos queme gravemente.

El dolor es una señal de que algo está mal en esa máquina maravillosa y compleja que es nuestro cuerpo.

Podemos pensar equivocadamente que el dolor es uno de los modos en que Dios nos castiga.

Tal vez, cuando lo creemos, nos acordamos de que uno de nuestros padres nos daba una palmada cuando éramos niños.

Eso tal vez hace que pensemos que todas las cosas desagradables que nos suceden son un castigo.

En realidad, la palabra "dolor" tiene la misma raíz del latín que "castigo" y "multa".

Pero el dolor no significa que Dios nos está castigando.

Es el modo en que la naturaleza advierte a la gente (buena y mala por igual) que algo está mal.

Quizá la vida sea desagradable porque estamos sujetos al dolor.

Alguien dijo que un hombre con dolor de muelas que camina por un bosque no puede apreciar la belleza del bosque porque le duele la muela.

Pero la vida sería peligrosa, quizás insoportable, si no pudiéramos sentir dolor.

Pero esa clase de dolor el hueso roto, la hornalla caliente- es una respuesta a nivel animal.

Los animales sienten esa clase de dolor tanto como nosotros.

No es necesario tener alma para sentir dolor cuando algo agudo se clava en la carne.

Sin embargo, existe otro nivel del dolor que solamente sienten los seres humanos. Solamente los seres humanos pueden hallar un significado a su dolor.

Consideremos lo siguiente: los científicos han encontrado un modo de medir la intensidad del dolor que sentimos.

Pueden medir el hecho de que una migraña duele más que un raspón en la rodilla. y han determinado que las dos experiencias más dolorosas que puede sufrir un ser humano son dar a luz y un cólico renal.

Desde un punto de vista puramente físico, los dos hechos causan el mismo dolor, y no hay nada que los iguale.

Pero desde el punto de vista humano, los dos son diferentes.

El dolor de un cólico renal es simplemente un sufrimiento sin sentido, el resultado de una deficiencia natural en alguna parte de nuestro cuerpo.

Pero el dolor de parto es un dolor creativo.

Es un dolor que tiene significado, un dolor que da vida, que lleva a algo.

Por esa razón, la gente que sufre un cólico renal dice, por lo general, que daría cualquier cosa por no tener que pasar por lo mismo otra vez, pero la mujer que ha dado a luz un hijo, como el corredor o el alpinista que hizo un esfuerzo físico por llegar a su meta, puede trascender su dolor y repetir la experiencia.

El dolor es el precio que pagamos por estar vivos.

Las células muertas nuestros cabellos, nuestras uñas no sienten dolor; no sienten nada.

Cuando lo comprendamos, nuestra pregunta ya no será ¿por qué tenemos que sentir dolor?" sino ¿qué hacemos con nuestro dolor para que se convierta en un sufrimiento significativo y no en un sufrimiento sin sentido y vacío?
¿Cómo podemos convertir todas las experiencias dolorosas de nuestra vida en dolores de parto o en dolores de crecimiento?"

Es probable que jamás lleguemos a comprender por qué sufrimos, que jamás podamos controlar las fuerzas que causan nuestro sufrimiento, pero podemos llegar a decir mucho acerca de lo que nos hace el sufrimiento, y la clase de personas en las que nos convertimos debido a él. El dolor convierte a algunas personas en seres envidiosos y amargados.

Hace que otras sean sensibles y compasivas.

Es el resultado, y no la causa, del dolor lo que hace que ciertas experiencias dolorosas sean significativas y otras vacías y destructivas.
¿Pero por qué el cáncer? ¿Por qué la ceguera y la diabetes y la presión alta y la deficiencia renal?
¿Por qué se producen fallas espontáneas en nuestro organismo sin que nosotros las hayamos provocado a través de malos hábitos de salud?

Explicar que el retraso mental es el resultado de un cromosoma defectuoso es ofrecer una explicación que, en realidad, no explica nada.
¿Por qué los cromosomas Son defectuosos? ¿Y por qué debe depender la posibilidad futura de felicidad de una persona de que no lo sean?

Job hacía preguntas acerca de Dios, pero no necesitaba lecciones de teología. Necesitaba simpatía y compasión y que le reafirmaran que era una persona buena y un amigo querido.

Mi vecino me hace preguntas acerca de su enfermedad, pero si yo le contestara con lecciones de biología y genética, no estaría comprendiendo sus necesidades.

Mi vecino, como Job, necesita que le digan que lo que le está sucediendo es terriblemente injusto.

Necesita ayuda para mantener fuertes su mente y espíritu, para contemplar un futuro en el cual pueda pensar, planear y decidir, aunque no pueda caminar o nadar, y en el cual no tendrá que ser un tullido dependiente e indefenso a pesar de la pérdida de ciertas habilidades.

   
No nos atrevemos a intentarlo. Sería cruel y desconsiderado.

Lo único que podemos decirle a alguien en un momento como ese es que la vulnerabilidad frente a la muerte es una de las condiciones de la vida.

No podemos explicarla como tampoco podemos explicar la vida en sí misma. No podemos controlarla, y algunas veces, ni siquiera posponerla.

Lo único que podemos hacer es intentar elevarnos sobre la pregunta" ¿por qué pasó?" y comenzar a preguntarnos"¿qué haré ahora que pasó?


 (RESUMEN DEL LIBRO CUANDO LA GENTE BUENA SUFRE- HAROLD S. KUSHNER)




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