miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿POR QUÉ SUFREN LAS BUENAS PERSONAS?



CAPITULO 1. 

¿POR QUÉ SUFREN LAS BUENAS PERSONAS?

Hay una sola pregunta que realmente importa:

¿por qué le pasan cosas malas a la gente buena?

Cualquier otra conversación teológica sería una distracción intelectual; algo así como completar el crucigrama del periódico dominical y sentirse muy satisfecho cuando las palabras concuerdan sin darse cuenta de que, en definitiva, se sigue sin la capacidad para llegar a las personas en relación con lo que a ellas realmente les importa.

Prácticamente todas las conversaciones significativas que he sostenido con otras personas sobre el tema de Dios y la religión comenzaron con esa pregunta o fueron a parar a ella.

La mujer o el hombre angustiado que acaba de salir del consultorio del médico con un diagnóstico desalentador tienen algo en común pero también lo tienen el estudiante universitario que me dice que ha decidido que Dios no existe o el desconocido que se me acerca en una fiesta en el instante en que estoy por pedirle mi abrigo a la anfitriona y me dice: "Así que es un rabino; ¿cómo puede creer que ... Todos están preocupados por la distribución injusta del sufrimiento en el mundo ?"  

El infortunio de los buenos es un problema, y no sólo para la gente que lo sufre y los seres que los rodean.

Lo es para todos los que desean creer en un mundo justo y equitativo y habitable.

Es inevitable que se formulen preguntas acerca de la bondad, la generosidad e inclusive la existencia de Dios.

No es necesario que las personas sean seres humanos santos y extraordinarios para enfrentarse a ese problema.

Es probable que no nos preguntemos con frecuencia: ¿por qué sufre la gente que es generosa, la gente que nunca hace nada malo?", pero eso es porque conocemos a muy pocos individuos así.

Lo que sí nos preguntamos con frecuencia es por qué la gente común, los vecinos amables y amistosos, que no son ni extraordinariamente buenos ni extraordinariamente malos, deben enfrentar repentinamente la agonía del dolor y la tragedia. Si el mundo fuera justo, no se merecerían ese dolor.

No son mucho mejores ni mucho peores que la mayoría de la gente que conocemos; ¿por qué ha de ser más difícil su vida?

Cuando nos preguntamos: “¿Por qué sufren las personas buenas?” o “¿por qué le pasan cosas malas a la gente buena?", nuestra preocupación no está limitada al martirio de los santos y sabios; es un intento por comprender por qué la gente común nosotros y las personas que nos rodean- debe soportar una carga extraordinaria de pena y dolor.

Uno de los modos en que la gente intentó dar sentido al sufrimiento del mundo, en cada generación, fue suponiendo que nos merecemos lo que recibimos, que nuestro infortunio es, en cierto modo, un castigo por nuestros pecados:

i Feliz el justo, porque le irá bien, comerá el fruto de sus acciones! ¡Ay del malvado, porque le irá mal, se le devolverá lo que hicieron sus manos!
(Isaías 3:10-11)

Er desagradó al Señor, y el Señor lo hizo morir.
(Génesis 38:7)

Al justo no le pasará nada malo, pero los malvados están llenos de desgracias. (Proverbios
12:21)

Recuerda esto: ¿quién pereció siendo inocente o dónde fueron exterminados los hombres rectos?
(Job 4:7)

  
Así, por ejemplo, el Salmo noventa y dos alaba a Dios por el maravilloso, inmaculado y justo mundo que nos ha dado y sugiere que la gente insensata le encuentra defectos porque es impaciente y no le da a Dios el tiempo necesario para que emerja Su justicia.

¡Qué grandes son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!

El hombre insensato no conoce
y el necio no entiende estas cosas.

Si los impíos crecen como la hierba
y florecen los que hacen el mal,
es para ser destruidos eternamente ...

El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano ...

Para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca, en Quien no existe la maldad.
(Salmo 92:6-8, 13, 16)

Yo fui padre de un niño discapacitado durante catorce años hasta que murió. No hallé consuelo en la noción de que Dios me había elegido porque reconocía una fortaleza espiritual especial en mi interior y sabía que yo podría sobrellevarlo mejor. 

Eso no me hizo sentir "privilegiado" ni tampoco me ayudó a comprender por qué Dios debe enviar niños discapacitados a cientos de miles de familias confiadas cada año.

Todas las respuestas a la tragedia que hemos considerado tienen, por lo menos, un aspecto en común Todas suponen que Dios es la causa de nuestro sufrimiento e intentan comprender por qué Dios quiere que suframos.

¿Es por nuestro propio bien o un castigo que nos merecemos, o será que a Dios no le importa lo que nos pasa?

Muchas de las respuestas son sensatas e imaginativas pero ninguna totalmente satisfactoria.
Algunas nos llevan a culparnos para proteger la reputación de Dios.

Otras nos piden que neguemos la realidad o reprimamos nuestros verdaderos sentimientos.
Nos hacen odiarnos por merecer ese destino u odiar a Dios por enviárnoslo, a pesar de que no nos lo merecíamos.

Pero puede haber otro enfoque.

Quizá Dios no causa nuestro sufrimiento.

Quizá no sucede por voluntad de Dios sino por otras razones.

El salmista escribe: "Levanto mis ojos a las montañas:

¿De dónde me vendrá la ayuda? La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra". (Salmo 121:1-2)

No dice: "Mi dolor viene del Señor" ni "mi tragedia viene del Señor". Dice: "la ayuda me viene del Señor".

¿No es posible que Dios no cause las cosas malas que nos suceden? ¿No es posible que Él no decida qué familias darán a luz un niño discapacitado, que Él no haya dispuesto que Ron quedara lisiado debido a una bala o Helen, a una enfermedad degenerativa, sino por el contrario que Él esté dispuesto a ayudarlos y ayudarnos a sobrellevar nuestras tragedias si logramos superar los sentimientos de culpa e ira que nos separan de Él?

Por qué Dios me hizo esto a mí?" no es, en realidad, la pregunta que debemos formulamos?

El estudio más profundo y completo del sufrimiento humano que encontramos en la Biblia, y quizás en toda la literatura, es el Libro de Job.

A continuación, nos abocaremos al examen de ese libro.


(RESUMEN DEL LIBRO CUANDO LA GENTE BUENA SUFRE- HAROLD S. KUSHNER)

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