CAPITULO 3.
ALGUNAS VECES NO HAY
MOTIVOS.
Si las cosas malas que nos
pasan, son por mala suerte, no por voluntad de Dios me preguntó una mujer una
noche después de que dicté una conferencia sobre mi teología, ¿de dónde viene
la mala suerte?
Me quedé mudo.
Instintivamente, le hubiera dicho que nada produce la mala suerte; las cosas
pasan, y eso es todo. Pero sospechaba que debía de haber algo más.
Cuando un hombre y una mujer
se unen para hacer el amor, el hombre eyacula millones de espermatozoides, y
cada uno de ellos posee un conjunto diferente de características heredadas biológicamente.
Ninguna inteligencia moral
decide cuál de esos espermatozoides fertilizará el óvulo. Algunos de ellos
producirán un niño con una discapacidad física o, quizás, una enfermedad fatal.
Otros, no sólo le darán
buena salud, sino una habilidad atlética o musical superior o una inteligencia
creativa.
La determinación fortuita de
esa carrera moldeará por completo la vida del niño, y afectará profundamente la
vida de sus padres y familiares.
Los accidentes no existen.
Pero cuando las leyes de la
física y la fatiga del metal hacen que se desprenda el ala de un avión, o
cuando el descuido humano provoca una falla en un motor y el avión se estrella
matando a doscientas personas, ¿fue por voluntad de Dios que esas doscientas
personas (y no otras) estaban ese día en un avión condenado?
Y si al pasajero doscientos uno
se le pinchó un neumático cuando iba camino al aeropuerto y perdió el avión,
protestando y maldiciendo su suerte mientras lo veía decolar sin él, ¿fue la
voluntad de Dios que él viviera y los otros no?
De ser así, tendríamos que
preguntarnos qué clase de mensaje nos está enviando Dios con Sus actos
aparentemente arbitrarios de condena y salvación.
Preguntémonos nuevamente:
¿siempre hay un motivo para todo, o algunas cosas suceden simplemente al azar,
sin causa alguna?
Cierta vez le pregunté a uno
de mis amigos, un físico de renombre, si desde el punto de vista científico el
mundo se estaba convirtiendo en un lugar más ordenado, si el azar iba en
aumento o disminuía con el transcurso del tiempo.
Él me respondió citando la
segunda ley de termodinámica, la ley de entropía: Todo sistema, librado a sí
mismo, cambiará tendiendo a aproximarse al equilibrio.
El caos residual, la suerte
o la desgracia, las cosas que suceden sin motivo alguno continuarán
acompañándonos, esa clase de maldad que Milton Steinberg denominó: "el
andamio que aún no ha sido retirado del edificio de la creatividad de
Dios".
En ese caso, tendremos que
aprender a vivir con él, sostenidos y consolados por la convicción de que el terremoto
y el accidente, como el asesinato y el robo, no se producen por voluntad de
Dios; la convicción de que representan un aspecto de la realidad independiente
de Su voluntad, un aspecto que enfurece y entristece a Dios tanto como nos enfurece
y entristece a nosotros.
(RESUMEN DEL LIBRO CUANDO LA GENTE BUENA SUFRE-
HAROLD S. KUSHNER)
DIOS dice que hay que darle gracias por todo, DIOS sabe lo bueno y lo malo y nosotros sus hijos estamos con un propósito en la tierra, un día iba por una calle y un carro me atropelló, me hubiera matado, pero tengo temor de Dios, yo no sabia lo que DIOS iba hacer y era que les predicara a 3 jovenes de 20 a 23 años que iban en el carro, porque ellos iban para la feria de (san sebastian en venezuela), que el SEÑOR reprenda el diablo, me recogierion y me llevaron a la clinica y no tenia ninguna costilla rota, el SEÑOR BENDITO me guardó, DIOS dice YO honro a quién me honra amén.
ResponderBorrar