miércoles, 2 de diciembre de 2015

POR QUE NO LE TENGO MIEDO A LA MUERTE



CAPITULO 9.

POR QUE NO LE TENGO MIEDO A LA MUERTE.


Solo cuando uno pierde el miedo a la muerte puede decir que realmente vive con plenitud.

Creo que lo que nos causa temor no es el mero hecho de morir sino algo mas trágico: la posibilidad de no haber vivido nunca, de llegar al fin de nuestros días sin saber para que se vive.

He asistido a muchas personas en su lecho de muerte, y la mayoría ansiaba poder prolongar su vida.

Subir al monte del Señor puede querer decir alcanzar una dimensión verdaderamente humana en esta vida, vivir con manos limpias y corazón puro de modo de experimentar esa sensación de estar en su lugar santo. Si logramos eso la muerte no nos aterrara.

Los jóvenes piensan que van a vivir eternamente, dan por sentado que tienen todo el tiempo del mundo y por eso invierten su tiempo en actividades que no pagan dividendos hasta bien entrado el futuro.

Hay personas cuya vida está marcada por el miedo a la muerte, y personas que son capaces de experimentar la satisfacción de vivir.las primeras viven muriendo; las últimas mueren viviendo.

Sé que el destino puede poner fin a mis días mañana mismo, pero para mi la muerte es una contingencia sin importancia.

Yo no le tengo miedo a la muerte porque sé que he vivido, porque ame y fui amado.

Transito sin miedo por este valle de sombras, no solo porque ahora Dios está conmigo sino porque me guio hasta este punto. Todos vamos a morir, pero el único remedio para curar el temor a la muerte es saber que uno ha vivido con plenitud.
 

Una vida rica no se consigue con unos pocos hechos grandiosos sino con infinidad de acciones pequeñas.

 Luego de analizar a Eclesiastés y nuestra propia vida, hemos identificado tres elementos:

Entregarse a los demás.
Aceptar el dolor como parte de la propia vida.
Saber que uno ha importado.

Así como nuestro cuerpo necesita aire y alimento, nuestra alma precisa relacionarse con otras personas, no estar rodeada siempre por extraños. Como solía decir uno de mis maestros “Uno no aprecia lo que recibe, sino lo que comparte”

Es menester aceptar el dolor porque de lo contrario nunca nos atreveremos a sentir amor ni esperanza. Si nos volvemos insensibles  a todo, incluso al dolor, jamás vamos a conocer la felicidad que menciona Eclesiastés como una de las mayores gratificaciones de la vida.

No voy a elogiar aquí el sufrimiento, pero si se que sirve para quitarnos ilusiones falsas acerca de cómo debería ser el mundo.   

El lenguaje del dolor, del sentirlo todo, es un compendio de todos los lenguajes, y lo aprendemos mejor de jóvenes.

¿Qué lleva a las personas mayores a quitarse la vida, a menudo cuando se enteran de que padece una grave enfermedad?

Se me ocurre que en algo tiene que ver la actitud que asume nuestra sociedad frente al dolor.

Desde el principio se nos dice que para cada clase de dolor hay una píldora que lo cura.

Como nunca aprendieron a convivir con el dolor, algunas personas consideran que la única escapatoria es renunciar a la vida.

La enfermedad mental es una forma de huir del sufrimiento que ocasiona la realidad.

El alcoholismo crónico frecuentemente es un intento por aliviar el dolor.

Sin embargo debemos de aprender que el sufrimiento es parte de la vida.

Se nos tiene que enseñar que el dolor no va a durar para siempre, y que no necesariamente debe ser intolerable.

Aprieta los dientes mientras te duele, pero no niegues el sufrimiento ni te sientas apabullado por él. Algún día el dolor se habrá ido y tu seguirás estando allí.

El elemento final que nos permite afirmar:
“He vivido, y mi vida importo” es saber que uno contribuyo para que algo cambiara.

La satisfacción más característica del mentor reside en contribuir al desarrollo de los jóvenes, en ayudarlos a poder llevar a cabo sus ilusiones…

Enseñamos porque nos hace falta compartir.

Mi vida actual es más rica de lo que era hace cinco o diez años gracias a lo que he madurado y a todo lo que me he enriquecido durante ese lapso.

A medida que vamos envejeciendo nos volvemos más interesantes como personas porque la experiencia enriquece,

Prefiero comparar la vida con un buen libro: a medida que avanzamos en su lectura, entendemos más el sentido del autor.

Dice el Talmud que todos deberíamos hacer tres cosas en la vida:
Tener u hijo, plantar u árbol y escribir un libro.

Los tres casos son formas de invertir nuestra energía creativa en algo que va a perdurar después de nuestra muerte, y representan lo que hay de mejor en nosotros.

Pensemos una vez más en el autor del Eclesiastés. Tanto miedo tenia que la muerte le quitara sentido a su vida, que le costaba disfrutar de las cosas placenteras de su existencia.

Y desde luego escribió un libro que sigue brindándonos enseñanzas miles de años después.

¿Qué mayor satisfacción, que otra promesa de inmortalidad podría anhela una persona?


(RESUMEN DEL LIBRO CUANDO NADA TE BASTA- HAROLD S. KUSHNER)

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