CAPITULO 1: ADMINISTRADORES DE LOS BIENES DE DIOS.
Todo lo que tenemos en este mundo
es de Dios. El nos ha confiado provisionalmente y nos da instrucciones
definidas sobre su uso. No somos dueños de lo que tenemos.(1ª Timoteo 6:7)
DERECHOS DE PROPIEDAD.
- Derechos en virtud de la creación.
Dios
es el dueño de nuestro ser y de todo cuanto existe en el mundo, por lo que ha creado para su propio uso. (Salmo
24:1-2), (Colosenses 1:16), (Isaías 43:7).
- Derechos en virtud de la providencia.
Sin
la providencia de Dios no podemos vivir ni un instante. El nos da el aire que respiramos y la fuerza para trabajar. Nos
preserva del mal y nos brinda las riquezas materiales.
Dios es el dueño de nuestro ser por cuanto provee para nuestra existencia. (Hechos 17:25-28).
- Derechos en virtud de la redención.
Dios nos creo para su propia gloria. El
hombre debía servirle servirle y gozar de su bondad
y amor. Cristo dio su vida por nosotros. Nos redimió, esto quiere decir que nos
compro de nuevo. Ahora somos de
el. Pertenecemos a Dios por sus derechos de redención.
(1ª Pedro 1:18-19), (Tito 2:14), (1ª Corintios 6:19-20).
- Derechos en virtud de la dedicación.
Reconociendo los derechos de Dios nos
entregamos a el voluntariamente. Los cristianos
somos propiedad absoluta de Dios. Nos tenemos por honrados y dichosos que
nos han escogido para ser sus administradores.
(2ª Corintios 8:5).
La responsabilidad principal del
administrador es llevar a cabos los deseos del dueño en el manejo de la
propiedad. (1ª Corintios 4:2).
Así nosotros los cristianos
tenemos que invertir sabiamente todos los bienes que Dios nos ha dado.
Los bienes que tengamos mientras
vivamos todos son de Dios.
Entre los bienes que Dios nos ha
confiado están: nuestro tiempo, las fuerzas físicas, la personalidad, el
talento, el hogar, el dinero, la ciudadanía, la iglesia, el evangelio y las
bendiciones espirituales.
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