CAPITULO 6.
"PERO EL INSENSATO DEAMBULA EN LAS
TINIEBLAS"
La facultad de
discernir ha sido siempre la mayor gloria del hombre, definida por los
filósofos desde la época de Aristóteles como aquello que nos diferencia de los
animales.
Solo el hombre
puede utilizar su mente para fabricar maquinas, para modificar el ambiente que
lo rodea, para escribir libros o sinfonías.
Pero por otra
parte sabemos que la razón tiene sus límites.
Eclesiastés que
se había vuelto demasiado viejo y cínico para una vida de placer, se volcó a la
filosofía en el afán por hallar el sentido de la existencia y llego a entender la
vida pero no a vivirla.
Leyó todos los
libros, escucho todas las disertaciones y lo que aprendió fue que el sentido de
la vida no se encuentra en la filosofía.
La esencia de la
sabiduría consiste en conocer los límites de la inteligencia humana, en tener un sentido de veneración por los
oscuros confines de la realidad en donde la razón no puede penetrar.
Sigmund Freud
nos hace notar que a lo mejor creemos obrar según criterios lógicos, pero que
probablemente hacemos las cosas por motivos que no alcanzamos a comprender.
Eclesiastés se
propuso poner a prueba la veracidad del proverbio que había oído toda su vida.
“El sabio tiene ojos
en la cabeza pero el insensato deambula en las tinieblas”
Su deseo era confirmar
que era la verdad, saber a ciencia cierta que es mejor ser sabio que insensato,
instruido que ignorante.
Necesitaba convencerse
de que en la erudición encontraría la llave de la vida, que el destino de los incultos
era errar eternamente sin rumbo.
Pero llego a la conclusión
de que si el sabio tiene ojos para ver, lo que es la escasa utilidad de su sabiduría.
Tal vez haya comprobado
que las personas inteligentes suelen cometer insensateces.
Eclesiastés no parece
haber perdido nunca la fe en la razón.
Pero parecería que
dijera: “Lo he aprendido todo. He llegado hasta donde me puede transportar la razón,
pero no me basta. Necesito mas.
Necesito esa clase
de verdad que no proporciona la razón, pero soy un hombre racional, lógico y no
se donde hallarla.
Cuando los médicos
y filósofos me hablan de la vida y la muerte, encuentro un gran sentido en sus palabras.
Pero entonces ¿Por
qué sigo teniendo tanto miedo a morir y desaparecer?
La mente humana es
grandiosa, quizá la prueba más irrefutable de la mano de Dios en el proceso de la
evolución.
La mente humana ha
inventado remedios y corazones artificiales para prolongar la vida.
Pero tiene sus límites.
Hay interrogantes incluso algunos de los mas fundamentales que es incapaz de responder.
Como dijera Pascal:
“El corazón tiene sus razones, que la razón no alcanza a comprender”.
(RESUMEN DEL LIBRO CUANDO NADA TE BASTA- HAROLD S. KUSHNER)
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