jueves, 12 de noviembre de 2015

¿QUE ERA LO QUE TENIA QUE HACER YO CON MI VIDA?




 CAPITULO 1.

¿QUE ERA LO QUE TENIA QUE HACER YO CON MI VIDA? 

Si a cualquier persona se le pregunta que es más importante para ella, ganar dinero o dedicarse a su familia, casi todos responderán familia sin vacilación.

Pero si observamos como esa misma persona invierte su tiempo y sus energías, comprobaremos que no vive de acuerdo a sus ideales.


Preguntémosle  a cualquiera que pretende de la vida y probablemente nos responderá: “Lo único que quiero es ser feliz”.


Creo que la mayoría de la gente aspira a ser feliz, que todos se empeñan al máximo para serlo.

¿Por qué es tan ilusoria esa sensación de felicidad tanto para las personas que encuentran lo que quieren en la vida como para las que no la hayan?

¿Por qué algunas personas, que tienen tantos motivos para ser felices, sienten íntimamente que algo les falta?

¿Querer ser feliz es pedirle demasiado a la vida?

¿No será que la felicidad, como la juventud eterna o el movimiento perpetuo, es un fin inalcanzable por más que nos esforcemos en alcanzarlo?


¿O acaso es posible que el hombre sea feliz pero lo que sucede es que ha equivocado el camino?
  
Oscar Wilde cierta vez escribió que “En este mundo sólo existen dos tragedias: una, es no obtener lo que deseamos; y la otra, es obtenerlo”.

Lo que el trataba de advertirnos es que, por mucho que nos afanemos por hacer las cosas bien, el éxito no nos dejara satisfechos.

  
El dinero y el poder no satisfacen esa hambre indefinible del alma.

Hasta los ricos y poderosos anhelan algo más.

A pesar de todos los atavíos exteriores del éxito, se sienten huecos por dentro.

Nuestras almas están sedientas de sentido.

Lo que nos frustra y nos impide ser felices es que nuestras vidas carezcan de sentido.

Por ricos que seamos en bienes materiales, lo que anhelamos es un sentido de trascendencia.

Por más que tengamos todos los bienes deseados, podemos sentirnos vacíos.

Uno no adquiere la felicidad por el solo hecho de perseguirla.

Se es feliz cuando se lleva una vida plena de sentido.

La felicidad es como una mariposa, cuanto más la perseguimos, mas vuela y se esconde. Pero si no le damos caza, si dejamos la red y nos ocupamos de actividades más productivas, se nos acercara por detrás y se posara en nuestro hombro.

“Para alcanzar las metas que premia la sociedad debemos renunciar a una parte de nuestra personalidad”

La necesidad de trascendencia no es de carácter biológico como lo es la necesidad de aire o alimento. Tampoco es psicológica como la necesidad de ser aceptado y sentir autoestima. Se trata de una carencia religiosa, una sed fundamental que padece el alma. Por eso es que debemos acudir a la religión para saciarla.

 (RESUMEN DEL LIBRO CUANDO NADA TE BASTA- HAROLD S. KUSHNER)


1 comentario:

  1. Gracias por el punto de vista tan acertado, me quedo con "El dinero y el poder no satisfacen esa hambre indefinible del alma", en este aspecto y en muchos otros (por no decir todos) la religión es super importante en nuestra vida.

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