EL PROFETA DANIEL TUVO ESTA VISIÓN.
LEVANTÉ LOS
OJOS Y VI A UN HOMBRE VESTIDO CON ROPAS DE LINO Y UN CINTO DE ORO PURO
ALREDEDOR DE LA CINTURA.
SU
CUERPO TENÍA EL ASPECTO DE UNA PIEDRA PRECIOSA. SU CARA DESTELLABA COMO UN RAYO
Y SUS OJOS ARDÍAN COMO ANTORCHAS. SUS BRAZOS Y SUS PIES BRILLABAN COMO EL BRONCE
PULIDO Y SU VOZ ERA COMO EL BRAMIDO DE UNA ENORME MULTITUD.
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